Número 1

Descripción: El cine nos ha dado tantas figuras rotas que escoger una para contar si vida es un ejercicio más complejo de lo que puede parecer a simple vista. Koren Shadmi opta por Bela Lugosi, y como indica en el subtítulo lo que nos narra es el Ascenso y caída del Drácula de Hollywood. Habrá quien hoy en día defienda a otro actor como el Drácula de cine definitivo, pero Lugosi, que así se titula el libro de manera clara y directa, fue el esencial durante décadas. No había discusión, él era Drácula, y el mismo llegó a vivir pensándolo, lo que da una idea de su carisma y magnetismo. Eso se ve en la novela gráfica de Shadmi, eso y todo lo que conformó y después rompió su vida. La adulación, las mujeres, las drogas, todo hasta llegar al triste declive en el que solo el infame Ed Wood se acordaba de él para darle papeles en películas de una calidad deleznable. La del autor israelí-estadounidense es una biografía que sigue los pasos del género con acierto, contando lo que se sabe e imaginando bien lo que forma parte de la leyenda, mostrando un cariño tremendo por una figura capaz de despertar tanta admiración como lástima. Shadmi nos embarca en un viaje a otro tiempo, en el que las películas eran otra cosa, en el que su leyenda se creaba de una manera diferente. Hoy Lugosi, el mito, sería imposible. Pero fue grande, muy grande, y eso se ve en el cómic, algo que es responsabilidad de su autor.

Hay que tener claro que Lugosi es una biografía que sigue bastante a rajatabla todo lo que conforma el género. Arranca desde el final del actor, desde la enfermedad final, desde un retiro forzado por el olvido en el que Lugosi había caído, y desde ahí vemos su niñez y cómo se convirtió en actor de Hollywood desde su Hungría natal y sin dominar el inglés en los tiempos en los que el sonoro se instaló con fuerza en el séptimo arte. Lugosi era Drácula, sí, pero Lugosi, la novela gráfica, es más que eso.  Shadmi lo sabe y lo explora, se acerca a sus relaciones sentimentales como parte esencial de su vida, y dándoles un carácter triste que marca de hecho el propio devenir del actor. Vemos su relación con Boris Karloff, y con el personaje que aquel convirtió en un icono que rivaliza con el Drácula de Lugosi, el monstruo de Frankenstein. También vemos cómo se fragua su adicción a las drogas y los efectos que va teniendo en su vida. Vemos a Lugosi en estado puro, teniendo visiones al final de su vida y tratando de explicar, quizá también de explicarse, cómo llegó a su decadencia final. Puede que Bela Lugosi explique por sí mismo, con su vida, parte del trabajo de esta novela gráfica, pero la labor de Shadmi es bastante apreciable, debido a que sabe controlar la admiración debida en el biógrafo con la necesidad de contarlo todo con una cierta objetividad.

La biografía siempre tiene un peligro inicial al que tiene que hacer frente un ilustrador, y es el grado de parecido que los protagonistas tienen con los personajes reales. Shadmi tiene claro que ese tiene que ser uno de los argumentos de su trabajo, y lo vemos desde la cubierta del libro, pero se aproxima al retrato desde una sencillez apreciable. Hay una dificultad añadida, y es la del paso del tiempo, pero ahí también sale bastante airoso. Lugosi es reconocible de niño, en las escenas y papeles más populares de su trayectoria cinematográfica, y también en sus últimos años de vida. Y no solo reconocible, también cercano, y eso es algo fundamental para que Lugosi sea un tebeo con el que es tan fácil conectar, incluso aunque las películas de terror de la Universal no sean para el lector más que un vago recuerdo en su memoria cinéfila. Resulta obvio, en todo caso, que tanto en el fondo como en la forma, este libro está pensado para quienes comprendan la figura de Lugosi dentro de la historia de Drácula, no tanto porque este sea un libro sobre su rodaje o sobre su intérprete principal, que lo es parcialmente, sino porque se asoma a la esencia misma de un mito. Uno de carne hueso, uno en realidad con pues de barro, uno que hay que conocer desde dentro y desde fuera del celuloide, como lo presenta Shadmi con tanto acierto.